Mari Silvia, orgullo istmeño.

Mari Silvia, cuéntanos sobre ti.

Mi marca es elaborada artesanalmente en Juchitán, Oaxaca, desde hace 42 años, mi “patria chica”, como le llamo de cariño, está ubicada geográficamente en la cintura de este país, en el istmo oaxaqueño.

Los bordados y textiles de mi raza no han sido un descubrimiento espontáneo para mí. Desde que nací, me acomodó mi bisabuela, Inés Felipe, sobre un petate bajo su bastidor, así mientras ella me cuidaba, bordaba. Ahí aprendí el sonido de las agujas enanas que danzaban sobre los lienzos de terciopelo y muselina.

Pasó el tiempo y mi bisabuela me enseñó el oficio del bordado, tuve una gran virtud y un gran don: nacer humilde y creativa, así que para lucir un traje regional en las fiestas de mi pueblo, tuve que bordar el mío, con retazos de telas diseñaba mis enaguas de holán, entonces descubrí que con poco se hace mucho y esa cualidad la he conservado con el paso de los años.

A los 6 años ya bordaba servilletas y en algún “descuidito” de mi abuela le hacía alguna travesura en su bastidor. Ella vió en mi ese potencial (que sólo las abuelas sabias reconocen), me enseñó los secretos de los textiles, los colores, telas y demás bellezas que nosotras las mujeres istmeñas usamos como segunda piel. Fui chivera (cuidadora de chivos), rezadora, ayudaba a mi bisabuela a vender el chocolate que ella misma hacía, mi madre se dedicaba al comercio y las vecinas de mi barrio desempeñaban muchos oficios, ¿cómo no aprender a ser empresaria con el linaje que traía a cuestas?

Pero retomando, me da mucho orgullo expresar que el textil de la mujer zapoteca es una indumentaria viva y siempre está muy bien vestida para la ocasión, siempre he dicho que puede prescindir perfectamente de la ropa comercial o civil y estar siempre bien vestida para la cotidianeidad, desde su vestimenta de diario, pasando por fiestas de gala, celebraciones en actos religiosos, para contraer matrimonio o hasta el triste luto.

Pasaron los años, me dediqué a estudiar, y me gradué como Licenciada en Derecho. Sí, también tuve horarios de oficina y pagos quincenales, no es malo o satanizado como ahora se ve, porque en las instituciones en las que colaboré también me enseñaron de procesos y sistemas administrativos, toma de decisiones, liderazgo, administración de tiempo y otras herramientas más que me sirven ahora para el buen funcionamiento de mi empresa.

En ese tiempo, siempre estuvo ahí en pausa la idea de apoyar a mi gente, a hacer algo para que tuvieran un destino distinto, siempre he dicho que ser pobre y joven en este país es un reto, ser indígena lo es doble, pero hablar poco español y mucho más tu lengua madre, que es el Zapoteco, es exponencialmente complicado, y contra todo pronóstico, pues acá estoy, narrando una versión apasionada de mi vida y de ellas, las mujeres de patria chica.

Continuará…